Una frecuente confusión terminológica, que puede dar lugar a malas interpretaciones, se refiere a la definición de ansiedad. Estar angustiado es muy diferente de estar ansioso; mientras la ansiedad se vuelve patológica por exceso, la ansiedad es en todo caso un estado de malestar, nunca de activación positiva.
En cuanto a los síntomas, es un estado de expectativa negativa respecto a los acontecimientos futuros, y no sólo un pesimismo hipotético, sino la certeza de que las cosas irán a peor sin posibilidad de intervención.
El angustiado es aquel que siente que ha sufrido una sentencia de la que no puede escapar y que vive en un estado de opresión esperando que se cumpla. La sensación de impotencia hace que la expectativa sea aún más trágica, dejando al sujeto indefenso y llevándolo a crisis depresivas. No es casualidad que el constructo clínico de la angustia encuentre en el existencialismo filosófico su definición de la inevitable condición humana ante la impotencia ante el azar y la muerte.
La angustia existencial es la clara derivada del enfrentamiento, aunque perdido, entre el individuo y su existencia limitada y sin posibilidad de cambio. El hombre siempre ha ideado formas de evitar tal confrontación: desde la fe religiosa hasta los autoengaños más refinados.
Por ejemplo, quienes se ven obligados a asumir la responsabilidad de decisiones críticas, a menudo experimentan la angustia relacionada con sus resultados: cuando una elección no parece la mejor, pero se ha visto obligado a tomarla, o porque no se ha tomado una más adecuada. encontrado., o porque forzado por otros o por la situación, la expectativa de los resultados sólo puede ser angustiosa.
Otra condición, a menudo fuente de angustia, es la de alguien que, después de haber tomado decisiones fallidas, se ve nuevamente obligado a tomar decisiones importantes y no se siente a la altura de esta tarea debido a la experiencia pasada. En este caso, tomar decisiones será como cometer un suicidio forzado. La contrapartida sintomática más frecuente de la ansiedad es un estado de depresión y una constante sensación de opresión, con frecuentes efectos psicosomáticos y trastornos del sueño.
También en este caso la solución del malestar no puede residir en una sedación de los efectos fisiológicos, sino que está representada por el cambio en las percepciones de condena que experimenta el sujeto hacia el tener que decidir. Además, en estos casos la sedación limita los síntomas e inhibe los recursos del sujeto, desencadenando otro círculo vicioso patogénico: me siento mejor, pero me siento aún más incapaz porque mis reacciones están apagadas.
Nunca subestimes, como dice el ensayo, que "solo aquellos que se rinden son derrotados".
Giorgio Nardone
(co-fundador y director del Centro de Terapia Estratégica)
basado en el libro Miedo a las decisiones (2014)