Promover el desarrollo de una mente estratégica en los niños

La mente estratégica

Tener una mente estratégica, es decir, adquirir una actitud mental elástica y adaptativa ante la vida, puede ser un arma realmente importante: los niños estratégicos se convertirán en adultos estratégicos, quienes a su vez enseñarán a sus hijos a ser estratégicos, desencadenando un deseable y continuo círculo virtuoso. en este sentido

El verbo educare, del latín educere, significa “sacar, conducir”; Al contrario de lo que comúnmente se piensa, educar no es enseñar, lo que moldea y modela a voluntad, sino que significa sacar a la luz el potencial de cada persona, la magia que reina en cada uno de nosotros. No se trata, pues, de un estiramiento, de un deseo de impartir una mera enseñanza nocional, o al menos no debería ser así.

En nuestras mejores intenciones siempre encontramos la voluntad de criar niños tranquilos y fuertes, pero luego la realidad de los hechos es más bien descorazonadora y nos habla de otra cosa. Hoy parece que nos encontramos cada vez más con niños inseguros, con sobrepeso, deprimidos, ansiosos y con adolescentes sin referentes y usuarios asiduos de sustancias psicoactivas y dispositivos electrónicos; paradójicamente, en un mundo que verdaderamente ofrece todo, la tierra parece faltar bajo nuestros pies y esto siempre parece ocurrir antes en los años.

La imagen se ve realmente gris; por tanto, ¿cómo podemos desarrollar una mente estratégica en nuestros pequeños? ¿Cómo criar niños sustancialmente pacíficos? No existen recetas mágicas, pero décadas de investigación han aclarado algunos puntos fundamentales si quieres tomar el mejor camino para su serenidad.

Desde un punto de vista estratégico, podemos clasificar esencialmente seis modelos familiares bastante recurrente, que si se endurecía con el tiempo, parecía ser responsable de los problemas en los niños:

  1. Familia sobreprotectora: los padres tienen como objetivo fundamental hacer la vida de sus hijos lo más sencilla posible.
  2. Familia democrático-permisiva: en esta familia existe la ausencia total de jerarquías, los hijos y los padres son amigos, todos están al mismo nivel y no hay reglas precisas que respetar.
  3. Sacrificio de la familia: en este caso los padres se sacrifican en todos los aspectos por la "felicidad" de su hijo, dan su vida para garantizar al máximo a sus hijos, quienes por su parte encuentran el camino allanado y no pueden dejar de aprovechar eso.
  4. Familia intermitente: En este modelo de familia reina la ambivalencia, donde las figuras parentales a veces se muestran tranquilizadoras, a veces frías, a veces rígidas y otras blandas, a veces descalificantes, a veces potenciadoras, en un continuo vaivén de posiciones opuestas.
  5. Familia delegante: los padres delegan, muchas veces por conveniencia, la educación de sus hijos a otros que forman parte de la familia (las llamadas familias extensas) y esto crea mucha confusión.
  6. Familia autoritaria: el progenitor autoritario, que con mayor frecuencia se encuentra en la figura del padre, asume una actitud dura y carente de afecto; dicta las reglas sin explicarlas y exige que se respeten al pie de la letra, de lo contrario tiende a infligir fuertes castigos, incluso corporales.

Estudios recientes se centran en los modelos familiares en los que reina la autoridad y en el efecto positivo que produce. El padre autoritario (y parece que incluso uno de los dos es suficiente), a diferencia de los otros modelos descritos anteriormente, adopta un estilo comunicativo y relacional basado en lo que podríamos llamar “afecto firme”, es decir, se muestra cariñoso, acogedor. y respetuoso pero extremadamente firme en las reglas y valores que son importantes para él. El respeto en estos casos lo da el conocimiento y la sabiduría, no el miedo y el poder.

El padre autoritario es pues cariñoso y exigente a la vez, ejerce un “afecto severo”, exige mucho pero es igualmente solidario en la educación de sus hijos. Se dan reglas y límites, previa explicación, y al mismo tiempo se ofrece apoyo y cariño sincero. De esta manera, los padres se convierten en modelos a imitar porque son admirados por sus hijos y constituirán algo a lo que los niños querrán parecerse en lugar de alejarse.

Comprometerse con desarrollar una mente estratégica en los niños significa para todo educador, además de intentar ejercer un estilo autoritario, intentar seguir unas pautas fundamentales y ampliamente compartidas por los expertos del sector:

  • Intentar ser "los mejores" si queremos que nuestros hijos también lo sean: los niños hacen lo mismo más que cualquier otra cosa. No son captados tanto por discursos racionales o explicaciones de hechos, sino sobre todo por lo que ponen en práctica los adultos de referencia. En este sentido, por tanto, no se puede pretender que nuestro hijo deje de fumar si lo hacemos nosotros mismos, que se convierta en un lector apasionado si nunca ha visto ni rastro de libros en casa o que no maldiga si los usamos primero. Los niños "respiran" el ambiente que reina en la casa y esto es tanto positivo como, por desgracia, negativo.

 

  • Elogie el compromiso más que la dote: uno de los errores más frecuentes que se pueden observar en la interacción con los niños es el de poner el acento en la “dote” que se puede observar con el ojo del educador más que en el compromiso. Pero si yo como educador promuevo la idea de que el logro de resultados pasa por la "dotación genética" más que por el compromiso con la tarea, habré fracasado desde el principio.
    Elogio de la prueba más que de la dote es de suma importancia precisamente porque lleva a nuestros hijos a perseverar y hacerse resilientes en la vida. Además, siempre debemos aprender a practicar el elogio medido y proporcionado, de forma que el niño se motive a ir siempre más allá y pueda adquirir una buena dosis de automotivación, ya que de cara a la gratificación externa, impide el desarrollo de la motivación interna que entonces sé fundamental en la vida; De hecho, si los niños deben esforzarse siempre por obtener algo (buenas calificaciones, elogios, premios), nunca desarrollarán esa fuerza interior que creará una estabilidad independiente de lo externo y cambiante.

 

  • Intenta que los niños sean autónomos lo antes posible y desarrolla en ellos un sentido crítico: La tendencia a querer ayudarlos casi para evitar cualquier tipo de problema es cada vez más parte de nuestra sociedad y de nuestra forma de educarlos, pero si esto puede ser satisfactorio al principio, precisamente porque "salvamos" a nuestros hijos del sufrimiento, a la larga ejecutarlo no hará más que dañarlos considerablemente, lo que debemos hacer va exactamente en la dirección opuesta, es decir, debemos crear nosotros mismos pequeños desafíos todos los días para nuestros hijos, que pueden permitirles mejorar y ponerse a prueba practicando. El arte del compromiso. Debemos actuar como una ayuda para ir siempre un poco más allá, no como un lastre. Fomentar su independencia significa también ayudarles a desarrollar un pensamiento crítico frente a la realidad, es decir, un pensamiento independiente y autónomo. Partir de prejuicios, clichés e ideas preconcebidas en favor de la curiosidad. y descubrimiento continuo, pensando que la verdad absoluta no está en posesión de nadie y que cualquier pensamiento siempre puede ser refutado. El desarrollo de la creatividad y la inteligencia sólo puede tener lugar en el caso de que se incrementen las posibilidades de elección y se sea capaz de mirar la realidad desde diferentes puntos de vista, no desde uno solo.

 

  • Trabajando en nuestras expectativas adultas: las expectativas que un padre (un maestro, un entrenador, etc.) tiene hacia el niño pueden ser verdaderamente un arma de doble filo, porque pueden ayudar al niño a progresar pero también pueden bloquearlo dramáticamente. Lo que el adulto cree sobre el niño suele ocurrir, precisamente en virtud de que, en base a esa expectativa, se implementan toda una serie de conductas que no harán más que confirmar nuestra creencia, tanto en sentido positivo como negativo. padres ignoran es que los niños son extremadamente sensibles a lo que mamá y papá piensan de ellos y lo que esperan de ellos.
    Las habilidades o incapacidades que el progenitor atribuye al hijo acaban siendo asimiladas para crear una imagen de sí mismo en ese sentido, que se irá estabilizando con el tiempo. Este fenómeno se conoce, de forma más general, con el nombre de “profecía autocumplida” y tiene implicaciones realmente importantes para el crecimiento de nuestros hijos, que no se pueden subestimar.

 

  • El derecho al aburrimiento y al juego libre: El juego libre es el mejor gimnasio que podemos ofrecerle a nuestro hijo, es la lección (gratuita) más importante de la que aprender. Cuando a un niño se le deja jugar libremente, hace las cosas más absurdas, se divierte, experimenta con sus límites y reelabora lo aprendido durante el día, aprende las reglas básicas de la sana interacción social, la empatía, o lo que le permitirá que se pongan en el lugar del otro, y aprendan a perder y a perseverar. En otras palabras, aprenden resiliencia, que es lo que luego les protegerá de los momentos negativos de la vida.

 

  • Practicando el arte de la reestructuración y el humor: saber reestructurar significa saber poner un nuevo marco a un evento, mirar algo con lentes diferentes, más positivos. Criar niños capaces de reestructurarse significa preparar un buen terreno para el desarrollo de adultos resilientes. El uso del humor es también la base del proceso de reestructuración de la realidad. Reírnos de algo con nuestros hijos libera tensión, lleva a ver mejor lo negativo y sobre todo explota la capacidad de los pequeños, perdida por la mayoría de los adultos, de saber cambiar de humor rápidamente, a pesar de todo. .

 

  • Enseñanza sobre los sentimientos: Si las emociones, todas ellas, no se experimentan, se explican, si no se les da un nombre, los niños crecen a merced de ellas y no aprenden a comprender sus estados de ánimo y transmitirlos. Al no reconocer sus propias emociones, nuestros jóvenes no serán capaces de reconocer las emociones de los demás y desarrollar una actitud empática.

 

  • Enseñar gratitud y humildad: enseñar gratitud y practicarla parece ser algo ahora olvidado. Lo damos todo por sentado, como si todo fuera debido a nosotros, y rara vez logramos decir gracias por este maravilloso regalo llamado vida. Intentar que los niños perciban este tipo de actitud ante la vida hará que estén más atentos a las pequeñas cosas ya los valores más importantes.

 

  • Preferir una "terapia indirecta" en caso de problemas/trastornos: Desde un punto de vista estratégico, la mayoría de las dificultades/dolencias que presentan los niños pueden ser fácilmente superadas, orientando a los padres a intervenir de manera adecuada para extinguir estas molestias. Por tanto, por regla general, la intervención estratégica se basa en el papel activo de las figuras parentales en el proceso de solución y superación de los problemas de los hijos; es decir, los padres se convierten en auténticos “coterapeutas” que, supervisados ​​por el profesional, actúan con eficacia y orientan al niño hacia la resolución del problema presentado.

 

Dra. Francesca Luzzi (Psicoterapeuta e Investigadora Oficial del Centro de Terapia Estratégica)

 

Bibliografía
luzzi f., La mente estratégica. Cómo aprovechar al máximo nuestro potencial mental para disfrutar plenamente de la vida, 2018, Imprimátur.
Nardone G., Salvini A. (editado por), 2013, Diccionario Internacional de Psicoterapia, Garzanti, Milán.
Nardone G. y el equipo del centro de terapia estratégica, 2012, Ayudando a los padres a ayudar a sus hijos, problemas del ciclo de vida y soluciones, Ponte alle Grazie, Milán.

Fragmentos de código PHP Desarrollado por: XYZScripts.com