Manejar las reacciones psíquicas al terrorismo.

Reacciones psíquicas al terrorismo

Desgraciadamente, las noticias sobre atentados terroristas son cada vez más frecuentes y actuales, basta con hacer retroceder la mente a unos días atrás para ver ante nuestros ojos la masacre en el concierto de Manchester y el atentado en el Puente de Londres.

Todos los días ahora vivimos con miedo de escuchar noticias de nuevos ataques y enfrentar la vida cotidiana a veces es pesada, incluso provocativa en algunos casos. reacciones de pánico incluso en situaciones que alguna vez se vivieron como neutras, como en el caso de la falsa alarma de bomba en nuestro Turín, donde un estímulo realmente inofensivo provocó el pánico en la multitud provocando numerosos heridos.

Nos enfrentamos a una guerra en la que el enemigo está "entre nosotros", muchas veces integrado en nuestra sociedad, nacido y criado en nuestra Europa, difícilmente identificable y todo esto no hace más que aumentar nuestra sensación de impotencia, miedo y pérdida. Es precisamente en esta característica en la que se basa el terrorismo, así como claramente en la imprevisibilidad de los ataques.

En los últimos años hemos estado cada vez más expuestos a este tipo de eventos y esto hace que experimentemos uno sensación aterradora de pérdida de control, en una sociedad donde en cambio se persigue la búsqueda del control casi total en los más altos niveles;

al fin y al cabo, la seguridad de poder controlar la realidad siempre ha estado en el centro de las necesidades del ser humano, precisamente en virtud de que lo que no podemos controlar genera ansiedad y miedo. Usando las palabras de Popper "El hombre nace con una propensión a buscar la regularidad en la secuencia de eventos que lo rodean y lo involucran".

Por no hablar de aquellos que han vivido de cerca hechos tan terribles y milagrosamente han escapado ilesos; en estos casos los sentimientos de ira, dolor y miedo pueden ser muy importantes e incapacitantes. Nos encontramos viviendo cada vez más en una “realidad blindada”, en la que los que antes eran para todos nosotros momentos de ocio o simplemente momentos de vida, hoy resultan ser situaciones súper protegidas (o al menos consideradas como tales), donde la presencia masiva de fuerzas y mandos armados, por un lado nos tranquiliza enormemente, pero por otro no hace más que confirmar a nuestra mente el peligro potencial de la situación en la que nos encontramos.

Pero, ¿cómo podemos gestionar adaptativamente nuestras reacciones ante estos terribles eventos si hemos estado involucrados en ellos o si el mero hecho de haberlos visto nos angustia y nos limita? A nivel estratégico, podemos dar indicaciones generales de primera importancia:

  • evitar evitar: cuando lamentablemente somos golpeados de manera impredecible por hechos tan fuertes o los vivimos a través de noticias televisivas y periodísticas, lo que muchas veces nos sale naturalmente (lo que en el campo estratégico se define como un intento de solución) es evitar situaciones que creemos son riesgosos Por ejemplo, podemos empezar a renunciar a los viajes, evitar los lugares concurridos, los conciertos, creando así una situación que nos protege en el momento pero que en realidad no hace más que aumentar nuestra sensación de miedo y angustia a largo plazo.
    La primera elusión no hace más que allanar el camino para las sucesivas elusiones, hasta que nuestra vida quedará verdaderamente invalidada, y además acabará siguiendo la lógica misma en la que se basa el terrorismo (sembrar el terror en las personas y no dejarnos vivir de forma libre).
  • Hacer frente al miedo: el miedo mirado a la cara se convierte en coraje, el miedo evitado se convierte en miedo pánico. Después de tales eventos, una de las posibles reacciones es quedar atrapado en el miedo y no enfrentarlo por temor a volver a enfermar. Pero en este caso, el truco está en permitirte un espacio diario donde puedas experimentar todo el miedo vivido, mirar al enemigo a la cara para ganar la batalla y así poder experimentar lo que llamamos el "efecto paradoja" así que cuanto más Llamo a mis miedos cuanto más estos se van, o toco el fantasma para verlo desaparecer. Es decir, se utiliza la antigua estratagema de “apagar el fuego echando leña”, cuanto más alimento el miedo, más se niega la mente a hacerlo y mi organismo inhibe cualquier reacción psicosomática de excitación y se relaja, como por arte de magia. .
  • Déjate llevar por el dolor: el dolor que se siente por la pérdida de un ser querido o por haber vivido una situación de riesgo para nuestra vida puede ser muy fuerte y casi insoportable. La persona muy a menudo quisiera cancelarlo, evitarlo, fingir no escucharlo, pero hacerlo no hace más que extender su duración y aumentar su intensidad.
    En palabras de Robert Frost"si quieres salir tienes que atravesarloEs decir, es necesario sumergirse diariamente en el dolor vivido, darle un espacio preciso, hacer que fluya, decante, atenúe.
    Un camino a veces muy doloroso, pero necesario, para que nuestra mente no se quede "congelada", estancada en esa situación, y pueda ir más allá, superando el trauma, alejándonos poco a poco de él. Sólo así el presente puede volver a vivirse con serenidad y, a veces, salir de él aún más fuertes que antes.
  • Canalizar la ira: la ira es también una emoción muy frecuente en relación con los hechos terroristas. Ira por las personas que fueron víctimas, ira hacia los atacantes cuya lógica no entendemos, ira incluso porque ya no nos sentimos libres para vivir nuestra vida cotidiana. El enfado que se siente a veces puede ser incapacitante y conducir a resultados negativos, pero por el contrario puede ser una poderosa palanca de cambio, que bien canalizada puede llevarnos a mejorarnos a nosotros mismos. Por lo tanto, es necesario drenar la ira sentida, dar salida a esta emoción a veces disruptiva, para recuperar el control y salir mejor.

Los traumas y las heridas de cada uno de nosotros, así como la forma en que las personas reaccionan ante tales eventos, son una especie de desafío cognitivo. De hecho, los desenlaces de estas situaciones traumáticas pueden variar desde diversos tipos de trastornos (los más frecuentes son el trastorno de pánico y el trastorno de estrés postraumático, que requieren diferentes protocolos de tratamiento terapéutico), pasando por la vuelta a la normalidad, hasta incluso el aumento de la habilidades y seguridad personal.

A menudo en este último caso hablamos de resistencia, pero desde nuestro punto de vista en este caso hay un paso más adelante, en el que la resistencia se convierte en resiliencia, es decir, la persona no solo resiste los golpes de la vida sino que incluso sale más adelante. fuertes y con mejor equilibrio adaptativo.

Manejar o superar una dificultad no siempre evoluciona en un camino de desarrollo, algunas personas pueden quedar atrapadas en el miedo o atrapadas en la ira y el dolor; la diferencia se llama resiliencia. En otras palabras, la capacidad de soportar un evento crítico nos hace resilientes, pero la capacidad de utilizar la energía negativa que nos abrumaba para transformarla en nueva energía vital nos hace resilientes.

La noticia positiva es que esta importante característica que no todos los individuos parecen tener no se hereda al nacer: uno puede volverse resiliente gracias a la combinación de características personales y la especificidad del contexto, que al combinarse la producen.

La resiliencia surge de lo que llamamos “flexibilidad adaptativa”, es decir, la capacidad de aceptar la fragilidad y las emociones vividas, yendo más allá del pensamiento lineal racional, y adoptando lógicas de no ordenamiento que nos permitan ablandarnos y evitar quebrarnos (Nardone, 2013) .

Para concluir, queremos retomar las palabras de Martin Luther King”Puede que no seas responsable de la situación en la que te encuentras, pero serás responsable si no haces nada para cambiarla..

Dra. Francesca Luzzi (Psicóloga-Psicoterapeuta Oficial del Centro de Terapia Estratégica)

 

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