Atrapados en la Red: Un juego de autoengaño es adictivo

Las-nuevas-adicciones

En la época del engaño universal, decir la verdad es una auténtica revolución
(George Orwell)

 

Las tradicionales adicciones de tabaco, alcohol, drogas, etc., ahora también evolucionadas, se ven flanqueadas por otras nuevas: tecnológicas (móviles, internet, videojuegos), estéticas (bisturí, botox, dietas, sobreesfuerzo), físicas - sexual (pornografía, fetichismo, comportamiento auto agresivo) y socioeconómico (redes sociales, adicción al trabajo, compras, comercio en línea). Las sustancias, el juego, el miedo a quedarse sin móvil y su constante control, pueden convertirse en necesidades compulsivas y auténticas obsesiones.

Las nuevas adicciones se basan en dinámicas muy similares a las tradicionales estigmatizadas socialmente, como son las drogas y el alcohol. Hoy, como en el pasado le sucedió al cigarrillo fumado con la boquilla maxi por la bella y refinada Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes, se atribuye un valor positivo a los trescientos sesenta grados. Por tanto, así como el cigarrillo chic se ha convertido años después en el cigarrillo asesino, así las nuevas tecnologías, de ser la panacea a todos los males, están revelando su otra cara, que si no son debidamente consideradas terminan convirtiéndolas en tortuosas y peligrosas.

Todas las adicciones, incluso las más extendidas, aquellas que según el sentido común no pueden ser consideradas adicciones, siguen el mismo patrón: al principio hay un uso consciente de lo que se tiene (PC, Smartphone, Redes Sociales, Bisturí, Suplementos, etc. ) que pueden ayudar a mejorar/potenciar lo que ya tienes y/o superar tus discapacidades.

El mayor riesgo de abuso es proporcional al buen funcionamiento de lo que usas. Pensar que se puede llegar a la meta - más... fácil, rápido, cómodo, etc. - a través de un medio externo, de hecho, te hace perder el control. El verdadero problema, sin embargo, se genera por un uso/abuso excesivo de lo que se reconoce como altamente efectivo y preferido. Tendiendo más y más en la misma dirección conduce a un menor uso de los propios recursos intrínsecos. Así uno se topa con los cambios penalizadores: uno se vuelve cada vez menos capaz.

El círculo incapacidad-uso/abuso se cierra cuando se convierte en adicción. El modus operandi o conducta compulsiva que conduce al abuso (del medio y/o de la sustancia) es una solución temporal, es decir, un intento de solución (Nardone, 1993). Sin embargo, si por un lado se satisfacen las necesidades inmediatas, por otro la “necesidad” se esparce en la mente convirtiéndose en una obsesión que se sumerge en el acto compulsivo que mantiene el problema, reconocido en la mayoría de los casos sólo desde el exterior. Paso a paso, día tras día, te vuelves cada vez más incapaz, tienes la sensación de estar perdido y desorientado, te sientes mal si no tienes forma de silenciar el pensamiento obsesivo. ¡Es la abstinencia! El síntoma principal de la adicción.

Todo se articula aún más con autoengaños. Todos, aunque no nos demos cuenta, la creamos para hacer más aceptable y coherente la realidad que a veces puede resultar desagradable (Nardone, 2007). El distinguido biólogo Trivers (2013) los describe como el mecanismo sobreviviente de la evolución que da la sensación de control. Los autoengaños te permiten ir más allá de la realidad ayudando a crear mundos más o menos funcionales. Los autoengaños, en general, son mayormente beneficiosos. Repercuten contra quienes las construyen cuando la alteración de la realidad es contraproducente, cuando insistimos.

Los autoengaños suavizan el descenso a los infiernos de quienes corren el riesgo de adicción. La mayoría, de hecho, vive la pesadilla al despertar, cuando son sacudidos descubren que están hasta el cuello y han perdido por completo el autocontrol necesario para su autoeficacia. El ser humano es bueno creando autoengaños con los que justificar lo que hace y lo que siente. La persona en riesgo de adicción, de hecho, crea autoengaños para protegerse de las emociones fuertes, para sentirse más y/o sentirse mejor. Gracias a estos trucos mentales, la persona que se arriesga a la adicción se mistifica hasta el punto de crear una realidad que muchas veces es opuesta a la existente.

Los autoengaños más frecuentes que adoptan las personas atrapadas en las garras de la adicción son:

  • Todos lo hacen. En un ranking ocuparía el primer lugar entre los autoengaños compartidos. Está tan extendida porque la comparación se utiliza como medida para sentir. Cualquier diferencia percibida desencadenará la actividad investigadora, útil para salvar la brecha necesaria para parecerse más y/o mejor al otro considerado. De lo contrario, quienes hacen la comparación se sentirán incómodos, se sentirán mal y tendrán una sensación de desconcierto, de incompletitud, de pérdida de control si creen que están superados.
  • ilusión de poder. Es el resultado del sentimiento de omnipotencia, de omniscencia, de poder obtener todo lo que uno quiere: el control del mundo, de los demás, de uno mismo, de las propias emociones e impulsos. El medio (teléfono móvil, sustancia, acción compulsiva), en estos casos, se considera la única posibilidad de lograr lo que se desea. Con la ilusión de poder dominar la realidad en todas partes y en cualquier caso, la peor consecuencia es la pérdida de la capacidad de pensamiento de diseño que deja cada vez más espacio a la acción impulsiva, que en la persona dependiente se manifiesta en forma de compulsión.
  • Inmediación. Vivimos en una sociedad acelerada, frenética, científicamente avanzada, lo que nos lleva a afrontar la vida con el mismo frenesí. El hombre contemporáneo, en efecto, busca remedios para superar en un momento, milagrosamente, cualquier problema o estado de sufrimiento (Nardone, 2003). Es tentador recurrir a peligrosas vías de escape para remediar lo que está mal, lo que no es como debería ser (Rigliano, 2004);
  • Incompetencia. Evita hacer algo y ponerte a prueba, abandonando después de los primeros intentos porque el pensamiento se dirige hacia cualquier ayuda externa que pudiera venir de otra persona y/o de otra cosa considerada más y o mejor, debilita. Evitar experimentarse a sí mismo, recurriendo constantemente a lo que se ofrece, lo vuelve incompetente y necesitado. En estos casos, paradójicamente, la ausencia de la desagradable sensación de no haberlo logrado por uno mismo puede significar que se está produciendo un avance de la adicción.
  • Optimismo (poco realismo). Cuando no se puede hacer un plan adecuado de la realidad, es fácil que la esperanza conduzca a la ilusión. Al no lograr los resultados deseados, se apodera de ellos una sensación de desesperación o decepción que toma gradualmente la forma de depresión. El deseo de fuga que puede surgir, hoy como ayer, empuja hacia refugios que atrapan bajo la ilusión de haber alejado el peligro.
  • Perfección. Exasperarse por buscarlo alimenta la sensación de incapacidad, infelicidad y angustia. La obsesión por la perfección es fácil de atribuir a los sujetos más vulnerables, como los adolescentes y aquellos que viven momentos particulares de su vida. La búsqueda de la perfección, en estos casos, podría materializarse en un medio del que uno no se cansa.
  • Ser transgresor. Las reglas son la base de toda sociedad. El gusto por lo prohibido hace de la transgresión un placer del que no se puede prescindir y que se satisface en el acto compulsivo. El transgresor compulsivo impulsado por el placer, por la ilusión de control, por el deseo de sobresalir entre la multitud, se convierte en víctima de sí mismo y de sus propios deseos.
  • Comodidad. Desear una vida cómoda, cómoda y placentera ciertamente no está mal, pero este sentimiento no debe confundirse. Una vida feliz se refiere a una dimensión psíquica e interior, la comodidad y el confort, por otro lado, se refieren principalmente al placer físico. No ganar lo que viene, te deja insatisfecho e incapaz de apreciar los resultados. Una vida fácil, cómoda y virtuosa esclaviza, egoísta, facilita malos pensamientos; en definitiva, es peligroso para uno mismo pero también para los demás.
  • conciencia. Sentir la necesidad, esforzarse constantemente hacia una mayor conciencia es un estado de ánimo codiciado por aquellos que aspiran a un crecimiento continuo. Quien emprende este camino, tarde o temprano descubre la elusividad de la conciencia que se escapa justo cuando crees haberla alcanzado. La paradoja socrática de “saber que no sabes” es tangible. La búsqueda obsesiva de la conciencia bloquea en lugar de hacerla crecer, genera la duda que es a la vez motor del conocimiento y trampolín de la obsesión (Nardone, De Santis, 2011).

El uso adecuado de la tecnología es sin duda útil para el ser humano, pero el uso excesivo conduce al abuso y la intoxicación. Seguir abusando de algo crea adicción, que es la luz que te ciega en vez de permitirte una mayor y mejor visibilidad. El resplandor, la ilusión que se experimenta en el estado de "enamoramiento" de lo que se usa, que da placer y que puede hacerte dependiente, te impide percibir la realidad tal como es, te engaña y te convierte en víctima de ti mismo. Como dijo Ghandi, de hecho, "La propensión del hombre a engañarse a sí mismo es inmensamente superior a su capacidad de engañar a los demás..

Dra. Claudette Portelli (Psicoterapeuta Oficial del Centro de Terapia Estratégica)
Dr. Matteo Papantuono (Psicólogo-Psicoterapeuta Especializado en Psicoterapia Estratégica Breve)

Referencias

Durkheim E. (2002). Suicidio: estudio sociológico. Milán: Rizzoli
Jing Lian (2009). Una vida de comodidad es peor que una copa de vino envenenado, art. 24 de diciembre de 2009, trad. Inglés: www.clearwisdom.net/html/articles/2009/11/24/112583.htm;
Nardone, G. (1993). Miedo, Pánico, Fobias. Milán: Ponte alle Grazie
Nardone G., De Santis G. (2011). Cogito Ergo sufro. Milán: Ponte alle Grazie
Milanese R., Mordazzi P. (2007). Entrenamiento estratégico. Milán: Ponte alle Grazie
Nardone G. Rocchi R. Giannotti E. (2001). Modelos familiares. Conocer y resolver problemas entre padres e hijos. Milán: Ponte alle Grazie
Nardone G. (2003). No hay noche que no vea el día. Terapia en terapia a corto plazo del ataque de pánico. Milán: Ponte alle Grazie
Papantuono M. (2007). Identificar y utilizar las resistencias del paciente. En www.psicoterapiabrevemarche.it
Papantuono M., Portelli C. (2016). Intervención estratégica-sistémica para familias y jóvenes adictos a los Cannabinoides.
Rigliano P. (2004). Placeres drogados. Psicología del consumo de drogas. Milán: Feltrinelli

 

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