Las palabras para decirlo: cómo hablar sobre el cáncer en la familia

enfermedad

 

"Ten claro las cosas que decir, las palabras vendrán"
(Cato)

 

Un tumor distorsiona la vida y los proyectos de la persona cuestionando el equilibrio vital y generando nuevas condiciones de vida y experiencia. Uno de los aspectos críticos durante el proceso de tratamiento es el de abordar el tema del “cáncer” con la red familiar. Hay varios aspectos que pueden dificultar la comunicación cuando una familia vive con cáncer, porque seamos realistas: ¡el cáncer se convierte en toda la familia! Las dificultades, por lo tanto, pueden ser de carácter personal, miedo o temor de hacer sufrir a las personas, creencias erróneas y asociadas a la idea de la muerte, sensación de no poder soportar el peso.

"No sé qué decir" es una frase muy común de las personas que enfrentan el cáncer o la enfermedad de sus seres queridos. En estos casos, la comunicación suele ser difícil y dolorosa. Nos asusta el miedo a hablar en el momento equivocado, el miedo a decir la frase equivocada, la dificultad para encontrar las palabras.

¿Y cómo comunicas la enfermedad a las personas que más quieres en un momento en el que sientes la necesidad de gritar tu dolor y tus miedos? Cómo se pronuncia la palabra "tumor" si refleja el peso de una frase, tanto que uno siente la necesidad de velarla en las más variadas formas: "Mal", "la cosa", "la mancha".. La confusión es tal que se vuelve paralizante frente a los niños más pequeños, ¿cómo decirlo para no asustarlos?

Desgraciadamente no existen fórmulas mágicas que aseguren “la frase correcta” pero también porque no hay una frase más correcta que otra. Lo importante no es solo lo que decimos, sino cómo lo hacemos. Como se mencionó anteriormente, no hay palabras ni el momento adecuado. No hay un tiempo antes o después que nos permita estar preparados, puede haber un tiempo… y algunas pequeñas sugerencias para disfrutarlo y madurarlo:

La dificultad está en empezar (Proverbio.)

  • Crea el momento y tus propias palabras, lo que cada uno encuentra a su paso con sus propios ritmos. No hay un momento en el que "debería suceder" y la palabra "debería decirse"... El secreto es empezar!
  • No es necesario informar de manera exhaustiva y detallada, para permitirse la oportunidad de comunicarse información de "embudo", ayuda no solo a quien tiene que dar la noticia sino también a quien la recibe, ya que permite la asimilación y absorción de lo comunicado o aprendido.
  • Con los niños más pequeños, además de información en pequeñas dosis, puedes comunicarte con la ayuda de una historia o un cuento, según la edad del niño. Los niños son así ayudados a comprender una situación delicada, a través de una forma que les es familiar junto con el adulto de referencia.
  • Hablar es la forma más inmediata que tenemos para comunicarnos, pero recordemos que podemos tocar, abrazar e incluso callar… La comunicación no verbal es el canal privilegiado a través del cual transmitir no solo el contenido sino también el componente relacional de la mensaje (Watzlawich, Beavin y Jackson, 1971).
    El silencio acompañado del lenguaje corporal, de hecho, suele ser la mejor comunicación ya que te permite detenerte en una situación delicada sin necesidad de llenarla de palabras.
  • Autorizarse a vivir este momento como llega, compartiendo las propias emociones en este caso, favorece la creación de un espacio de discusión y diálogo donde todos puedan participar. A menudo tenemos miedo de “vomitar emociones” y preferimos una alternativa no mejor: reprimirlas. Emocionarse o llorar no es señal de debilidadEn efecto, las emociones forman parte del proceso comunicativo y relacional y como tales pueden actuar como vehículo que facilita la comunicación misma. Emocionarse en estos casos significa transportar y transmitir con autenticidad hasta la más difícil de las comunicaciones.
  • Recuerda que no tienes las respuestas para todo., responde cuando puedas y autorízate a decir "no sé" cuando no tengas las respuestas. A menudo, especialmente con los niños más pequeños, existe el temor de que puedan sufrir y tendemos a tranquilizarlos con las respuestas deseadas. Recordemos que los niños tienen muchos recursos y es funcional para todos, pequeños y mayores, apoyarse en la incertidumbre ya que favorece el proceso de adaptación a un camino que es impredecible en sí mismo.
  • Al tratar con un familiar enfermo, es posible que sientan la necesidad de no hablar del tema. Es importante Dale tiempo necesario, en este caso simplemente puede posponer el hecho de que está disponible si siente la necesidad de hacerlo.
  • Estar preparado para la broma a menudo puede ser difícil y fuera de lugar, pero una buena dosis de humor facilita la comunicación y las relaciones en varios ámbitos. Hacerlo con una persona que se enfrenta a una enfermedad, se vuelve útil para que se sienta a gusto pero, sobre todo, si hay que acoger a quien se enfrenta a un tumor es evitar que se sienta enferma.

El aspecto sobreprotector está totalmente cubierto por el afecto y el deseo de ayudar aunque muchas veces con las mejores intenciones se obtienen efectos contraproducentes como: la tendencia a cambiar de tema cuando son ellos los que toman la iniciativa o dan consejos sobre cómo “deberían” hacer para sentirse mejor.

Otras veces la sensación de impotencia lleva a ayudar y facilitar al ser amado en todos los aspectos, eventualmente reemplazándose a sí mismo. Es importante promover gradualmente la autonomía de la persona, lo que puede hacer, dejar que lo haga y ayudarlo a ir sumando pequeñas metas diarias.

Querer ayudar y facilitar a los seres queridos que están sufriendo es un sentimiento muy noble pero podemos promover su bienestar de manera funcional no evitándolos sino creando pequeñas oportunidades. Un tumor cambia la vida de los involucrados en sus diversas dimensiones y no todo puede volver a ser como “antes” de la enfermedad, pero puede haber una recuperación diferente, una nueva realidad, nuevos equilibrios y nuevos significados.

Ante tales acontecimientos, uno siempre está desprevenido pero la única forma de desanimarse es actuar activamente, pasar de una realidad que asusta y sufre a una realidad que se construye y gestiona. (G. Nardone, 2014).

Dra. Lindita Prend (Psicoterapeuta Oficial del Centro de Terapia Estratégica)

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