El médico estratégico: entre la estrategia, la comunicación y la relación

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Las palabras son la herramienta más poderosa que posee un médico, pero las palabras, como una espada de doble filo, pueden mutilar tanto como curar.
(Bernardo Lown)

 

Consultamos al médico por los más variados problemas, desde el acné juvenil hasta la enfermedad de Parkinson, desde la gastritis hasta la insuficiencia cardíaca: podemos estar asustados, preocupados, doloridos, ansiosos, irritados, sufriendo. En todos los casos esperamos que el médico pueda solucionar nuestra dolencia, o al menos ayudarnos a aclarar los síntomas que nos aquejan. Esperamos que tenga los conocimientos y la experiencia necesarios para resolver nuestro problema, es decir, que tenga una estrategia, pero implícitamente queremos mucho más: que nos escuche con atención e interés, como si nuestro malestar fuera el suyo; que nos comprenda, que comparta nuestro malestar, que inspire confianza, que muestre empatía.
La estrategia por sí sola no es suficiente si no va acompañada de una buena comunicación y relación. La intervención médica estratégica se basa en estos tres pilares.

El abordaje estratégico de la anamnesis: sintonizar con el punto de vista del paciente
La anamnesis, es decir la recogida de los datos necesarios para el diagnóstico, es una parte fundamental de la intervención médica: tradicionalmente consiste en preguntas cerradas, dirigidas a las características biológicas del trastorno. El médico sigue su propio hilo lógico y guía al paciente de manera directiva, ignorando toda la información que es irrelevante o relevante en su opinión. El paciente, sintonizado con un registro más emocional, suele ser interrumpido al cabo de unos segundos y empujado a su pesar a la llamada "trampa anamnésica": presionado por las preguntas del médico, se refugia en respuestas cada vez más lacónicas hasta reducirlas. a monosílabos simples. Esta mera recopilación de datos responde sólo a un objetivo, el cognitivo: sin embargo, para adquirir el poder de intervenir sobre el paciente, es necesario ante todo establecer una buena relación con él.

Por lo tanto, el médico estratégico deberá explorar, además de la enfermedad biológicamente entendida (la dimensión de la enfermedad), también el punto de vista del paciente, su experiencia emocional y social, sus ideas u opiniones sobre la enfermedad (la dimensión de la enfermedad) , para que puedas sintonizar su percepción. Agregar esta dimensión puede alargar inicialmente los tiempos de visita, pero se traduce en un ahorro a mediano y largo plazo, porque mejora la relación, por lo tanto el cumplimiento y la satisfacción del paciente, y reduce la posibilidad de error y conflicto. Esto confirma el valor de una de las estratagemas más importantes en el campo estratégico, “empezar más tarde para llegar antes”.

Usa un lenguaje evocativo
Incluso cuando evitan el lenguaje técnico-especialista, los médicos tienden a utilizar el lenguaje "indicativo-explicativo", el lenguaje de la ciencia que explica, describe y transmite información. Se esfuerzan por inducir el cambio (medicamentos, dieta, actividad física) aprovechando la cognición del paciente. La tradición estratégica nos enseña, sin embargo, que la forma más rápida y eficaz de inducir el cambio pasa no por la cognición, sino por la percepción de la realidad: una vez cambiada la percepción, el paciente modificará naturalmente la reacción emocional y conductual y, como efecto final , también cognición.

Sobre todo cuando la resistencia al cambio es muy alta, por tanto, es fundamental no limitarse a "comprender", sino hacer que el paciente "sienta" la necesidad de cambio.

El médico estratégico debe, por tanto, combinar el lenguaje indicativo o digital, del que es un experto, con un lenguaje evocativo o analógico (aforismo, metáfora, anécdota, narración), naturalmente adaptado tanto a la persona que tiene delante como al efecto deseado. : crear énfasis hacia lo que se quiere inducir a hacer y aversión hacia lo que se quiere interrumpir. En palabras del gran persuasor Blaise Pascal: “antes de convencer al intelecto es importante tocar y preparar el corazón”.

Cuida la comunicación no verbal:
Como enseña la pragmática de la comunicación, "no se puede no comunicar", y la mayor parte del mensaje se transmite de forma no verbal. El médico estratégico deberá por tanto cuidar su propia apariencia y aprender a utilizar la mirada, las expresiones faciales, la sonrisa, la postura, así como a modular el tono, el ritmo y el volumen de la voz. Por ejemplo, durante la entrevista tranquilizará al paciente con una mirada "flotante" y con movimientos de cabeza o guiños, mientras que para enfatizar la prescripción centrará la mirada y empleará un discurso lento y bien marcado.

Evite las denegaciones
Contra el "sentido común" común, frases tranquilizadoras como "no te preocupes" o "no te sentirás mal" aumentan tanto la ansiedad como el dolor percibido. Reorientar fórmulas negativas en positivas ("tranquilo") es igual de sencillo y mucho más eficaz. También se deben evitar las convocatorias negativas, a menos que se utilicen estratégicamente para crear aversión a un comportamiento no deseado.

El abordaje estratégico del examen físico
A la anamnesis le sigue la propia "visita", es decir, el examen físico. En los últimos años, esta fase ha perdido gradualmente su significado para el médico. Hubo un tiempo en que era necesario examinar, auscultar y palpar cuidadosamente al paciente: ahora los pacientes llegan equipados con tomografías computarizadas, ecografías, sofisticados análisis de sangre y orina, etc. La pantalla de la computadora o la lectura de los informes brindan rápidamente al médico información más numerosa, precisa y detallada que el examen directo del paciente. La tecnología ha sustituido así al "toque", pero sacrificando importantes aspectos relacionales: en efecto, el paciente, sea cual sea su problema, quiere ser mirado, tocado, examinado. El toque del médico simboliza hacerse cargo, da intimidad a la relación, ya lleva dentro un componente sanador.

 El enfoque estratégico para compartir información: resumir para redefinir
Al final de la investigación diagnóstica, el médico debe compartir la información con el paciente y preparar el acuerdo de tratamiento, evitando la tentación de pasar a las prescripciones inmediatamente. El aspecto fundamental del acuerdo es a menudo pasado por alto por la profesión médica, que cree erróneamente que basta con dar una indicación al paciente para que la siga. Este enfoque puede funcionar con personas muy asustadas o que sufren, siendo el miedo y el dolor grandes factores de persuasión, pero está condenado al fracaso en la mayoría de los casos, especialmente cuando el paciente considera que la enfermedad en sí es el indicio más oneroso. Por tanto, el médico debe ser capaz de identificar y gestionar la resistencia del paciente, que será mayor cuanto mayor o más urgente sea el cambio requerido.

La sintonía con la percepción del paciente permite tanto gestionar sus resistencias como identificar y proporcionar la información relevante para él (¿podré conducir?), así como datos objetivos y técnicos (el tipo de enfermedad, el estadio, el tipo de tratamiento). La calidad y la cantidad de la información brindada tienen un impacto significativo no solo en la satisfacción y el cumplimiento del paciente, sino también en el resultado de la propia intervención médica.

Será útil, por tanto, resumir en una trama coherente lo surgido de la entrevista, del examen físico y de otros posibles exámenes, para crear un puente comunicativo con el siguiente paso, la prescripción.

El enfoque estratégico de la prescripción: la prescripción como descubrimiento conjunto
Si el diálogo se ha llevado bien, el médico y el paciente ahora habrán llegado, a través de una serie de pequeños acuerdos colocados en secuencia, al acuerdo final sobre el problema y su eventual solución. La prescripción, por lo tanto, ya no será una imposición desde el exterior sino la evolución natural de lo que se ha dicho y acordado juntos. Por tanto, el médico debe, utilizando otra estratagema estratégica, "meter el pie en la puerta y luego hacer espacio con todo el cuerpo". La resistencia del paciente será mínima. La alianza entre médico y paciente es explícita. El médico habrá hecho el cambio no sólo deseable sino inevitable.

 

Dra. Simona Milanese (Médico-Psicoterapeuta Oficial del Centro de Terapia Estratégica)

 

Referencias
Milanese R., Milanese S., (2015), El toque, el remedio, la palabra, Ponte alle Grazie, Milán
Nardone G., Salvini A., (2004), El diálogo estratégico, Ponte alle Grazie, Milán.
Nardone G., (2015), El noble arte de la persuasión, Ponte alle Grazie, Milán
Watzlawick P., Beavin JH, Jackson Don D. (1967), Pragmática de la comunicación humana. Un estudio de Patrones Interaccionales, Patologías y Paradojas, Norton, Nueva York; (tr. it. Pragmática de la comunicación humana. Estudio de modelos interactivos, patologías y paradojas, Astrolabio, Roma, 1971).

 

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